En el momento en el cual decides emprender tu viaje a Australia, todo implica una ilusión tremenda.
No haces más que buscar vídeos, fotos, información relacionada con Australia... Todo lo que ves y escuchas está relacionado con el país que siempre has soñado conocer.
En cambio, a medida que se acerca el día en que tu vuelo parte rumbo hacia las Antípodas, esas sensaciones de ilusión y emoción por un viaje que llevas preparando durante meses, se convierten en nerviosismo e inseguridad.
Dejar atrás a tu familia, a tus amigos, tu rutina e incluso tus comodidades personales, te hacen sentir contrariado.
Ir a un país tan lejano, sin conocer a nadie, no conocer prácticamente el idioma ni sus costumbres, son cosas que nos pueden hacer sentir inquietos.
El momento que todo el mundo teme, es sin duda la despedida en el aeropuerto con los familiares. Seguramente es el peor trago que cualquier persona que embarca hacia su nueva vida experimenta.
Pero nada más lejos de la realidad, en el horizonte te está esperando nada más y nada menos que Australia. Un país que te acogerá con los brazos abiertos, y cuyos habitantes te recibirán con una gratitud estupenda.
Seguramente, la primera semana será la más complicada para nuestra aclimatación. El jet lag estará compartiendo vida con nosotros durante más o menos una semana. Es muy probable que paseen por nuestra mente frases como: “¿Qué hago yo aquí, tan lejos de mi casa y solo?”
Hemos de dar un bandazo a esos pensamientos y ir a por nuestro futuro, es decir, el reto personal de cada persona. Mejorar el nivel de inglés, encontrar un trabajo que nos permita estabilizarnos, hacer nuestro grupo de amigos... en definitiva, crearnos un nuevo tipo de vida.
Sabiendo que tenemos el apoyo de los nuestros, aún en la distancia, ayuda a recomponer momentos complicados. Y es que hoy en día, con las nuevas tecnologías, parece que la familia y los amigos estén cerca en cualquier momento que los requieras.
Cuando vuelves a casa después de un tiempo viviendo en Australia (si es que vuelves) te das cuenta que la experiencia ha valido la pena al 100%. Tu nivel de inglés ha crecido exponencialmente, aunque realmente este aspecto es el menos importante. Tu mente ha cambiado, tú como persona has crecido y estás mucho más preparado para seguir afrontando retos personales.
Como se suele decir: Australia te cambia, y siempre hacia mejor.