Diario de una española en Australia – CAPÍTULO 29
DE VIAJE A NUEVA ZELANDA DESDE AUSTRALIA
Wanderlust (la pasión de viajar) es la palabra que mejor define lo que sientes una vez que llegas a Australia y descubres tantos lugares únicos, vives tantos momentos inolvidables, haces amigos que sabes que te acompañarán en más etapas de tu vida -aunque seguramente en la distancia, porque esa es una de las cosas con las que tienes que vivir después (la mayoría de tus amigos ahora están repartidos por el mundo)- y aprendes tantas lecciones que solo tienes más ganas de viajar.
Muchas veces los mejores viajes son los que vienen de imprevisto y éste, Nueva Zelanda, ha sido uno de ellos. Una amiga que conocí los primeros días en ILSC encontró unos vuelos baratos y decidimos irnos una semana a Nueva Zelanda. Los destinos que elegimos fueron Auckland y Queenstown, isla norte y sur; así que cogimos nuestra mochila de 7 kilos y nos fuimos de backpacker en backpacker. El primer día llegamos tardísimo de madrugada y decidimos salir a descubrir la ciudad, acabamos en una fiesta en la que todo el mundo estaba vestido casi de graduación y nosotras con unas pintas increibles acabamos conociendo a medio bar.
Al día siguiente nos fuimos camino a Hobbiton movie set la granja donde se rodó parte de El Señor de los Anillos y El Hobbit. Una de las razones por las que quería ir a Nueva Zelanda era visitar este sitio tan mágico. No podeís imaginar cómo es, en las fotos realmente no se aprecia, tienes que ir allí para vivirlo. Disfrutamos como unas enanas y terminamos el tour tomando una cerveza en la Posada de los Hobbits. Al día siguiente fuimos a Devonport, un suburbio a unos diez minutos del puerto de Auckland, subimos al monte Victoria e hicimos un pic-nic allí.
Después aterrizamos en Queenstown, en la isla sur. Es una de las ciudades más famosas de Nueva Zelanda. Nos alojamos en un backpacker enfrente del lago Wakatipu, es tan espectacular que no parece real, en el otro lado del lago están los jardines de Queenstown, en el cual hay una puerta en conmemoración a los soldados caídos en la Primera Guerra Mundial y fue inaugurada el día del ANZAC day. Los jardines de Queenstown están estrechamente relacionados con los orígenes y desarrollo de la ciudad. La península fue declarada reserva pública en 1867, poco después de la formación del consejo de ciudad en 1866.
Ese mismo día disfrutamos de un mercado y comimos en un parque escuchando música en directo. Acabamos en un bar muy divertido llamado cowboys y subidas en el toro mecánico (bueno yo fui la única que se atrevió a "hacer el ridículo") disfruté como una enana. Al día siguiente pasamos un día increible practicando snowboard en El Remarkables. Me encanta probar cosas nuevas y sin duda está fue una buena opción, estoy ansiosa por practicarlo de nuevo.
Otra de las cosas interesantes que hicimos fue montar en la góndola hasta el punto más alto de la montaña y luego conducir unos coches que se llaman luges (una especie de karts). Hicimos el recorrido tres veces y las vistas desde ese punto sí que son increibles, se ve toda la ciudad, las montañas y el lago. Para mí Queenstown ha sido una de las sorpresas de este viaje, una de las ciudades que recordaré con muy buen sabor de boca. El lugar es espectacular y tuve la suerte de reencontrarme con un amigo que conocí en Australia apenas llegué, en Gold Coast. Por casualidad me encontré a otras dos chicas con las que he compartido parte de mi experiencia en OZ, dos amigas del trabajo, que no sabíamos que ibamos a estar allí las mismas fechas. Es un sitio en el que seguro puedes viajar solo y no vas a tener ningún problema porque conocerás a mucha gente.
Después de esto puedo decir que tengo el corazón dividido entre Australia y Nueva Zelanda, dos países increibles.
*Pilar Rubio
Diario de una española en Australia
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