Seguramente,
viajando —de vacaciones o en una apasionante aventura
overseas— hayas vivido los mejores días de tu vida. Lo que no sabías es que, sin darte cuenta, aquellos episodios memorables te ayudaron a crecer en muchísimas facetas que hoy te han hecho mejor persona.
Viajar, conocer, gente, lugares, explorar, visitar, integrarse... Todos son palabras gregarias de la autosuperación, el conocimiento y la tremenda satisfacción y felicidad que aporta cualquier viaje en nuestras vidas.
Conocer nuevas culturas, climas, parajes gastronomías o costumbres es la mejor inversión que podemos dedicarle a nuestro presente, futuro y también a la construcción de nuestra personalidad.
Viajar nos produce alegría, mejora la superación, fomenta la reflexión o anima el descubrimiento personal. Y, al final, el grato recuerdo que nos queda de cada escapada no es casualidad. Existe una
explicación científica sobre los beneficios emocionales que los viajes dejan en casi todas las personas. Seguro que ya los has experimentado, pero a continuación te contamos algunas de las bondades que viajar aporta en nuestra mente.
1. Fuente de felicidad
Un estudio publicado por el
Journal of Positive Psychology sugirió que muchos componentes químicos que desencadenan la
felicidad se encuentran en los recuerdos y experiencias que guarda nuestro cerebro. Y, como todos sabemos, muchas de esas memorias tienen en común que fueron vividas durante un viaje que recordaremos el resto de nuestra vida.
Otros estudios también apuntan que el gusto por viajar guarda relación con una vida más plena. La cantidad de experiencias y conocimientos adquiridos durante los viajes mejoran la calidad de vida y por tanto hacen que vivamos más felices en nuestro día a día.
2. Reducen el estrés y la ansiedad
El estrés y la ansiedad han sido compañeros habituales de las personas en los últimos 100 años. El ritmo de vida moderno tiende a ser acelerado: reuniones de trabajo, compromisos ineludibles, prisas, rutina... Todo eso hace que nuestro bienestar personal pueda resentirse y lleguemos a sentir malestar físico.
Pero
cuando estamos de viaje conseguimos que nuestro cerebro desconecte de todos nuestros problemas diarios y nos centramos en vivir al máximo cada día que estamos viajando. Mucho más si el destino al que viajamos no está relacionado con lo que vemos todos los días o, directamente, está en la otra punta del mundo,
como Australia.
3. Capacidad para resolver problemas
Durante un viaje, quién no se ha visto envuelto en algún entuerto que ha requerido de su mejor perspicacia. Viajar nos hace alejarnos de nuestra zona de confort y por lo tanto aprendemos a resolver situaciones de lo más enrevesado. Es decir, que
conseguimos ser más resolutivos con cualquier problema que se nos ponga por delante.
Tomarás decisiones y resolverás problemas de los que no creerías que podías salir hace unos meses. Todo el mundo crece personalmente cuando viajamos. La superación personal se dispara.
4. Mejora habilidades comunicativas
Estando en lugares desconocidos y fuera de casa, todos mostramos
mayor predisposición a relacionarnos con personas que no conocemos. Y eso hace que poco a poco mejoremos nuestras habilidades comunicativas y de relación con la gente.
Es más, resulta muy probable que viajando por el mundo hagas amistades para toda la vida y que, pasados los años, puedas acoger en tu casa a esas personas. O que ellas te acojan a ti.
5. Abre la mente
Existen pocas maneras más efectivas de deshacerse de miedos y prejuicios que viajar lejos de casa. Los prejuicios nos hacen levantar recelo casi siempre por motivos irracionales y nos alejan de conocer personas o lugares que podrían sorprendernos.
Y está demostrado que
cuando viajamos estamos más abiertos a lo nuevo, a lo extraño. Por tanto, en nuestros viajes dejamos de lado los prejuicios. Si le damos una oportunidad a muchas cosas que en un principio podrían levantar nuestro recelo o rechazo, comprobaremos que pueden merecer aprecio. Abrimos la mente y nos relacionamos de una manera mas sana con nosotros mismos, con el entorno y las personas.
6. Somos más felices
Todo aquello que vivimos durante los viajes,
estimula muchas hormonas de la felicidad, como las endorfinas. Por ello sentimos más sensación de felicidad cuando estamos inmersos en un viaje o aventura. La explicación está en que viajando aparcamos nuestras obligaciones diarias y preocupaciones. De esa manera, nuestro cerebro solo se preocupa de vivir la experiencia y disfrutar.
Como conclusión, es cierto afirmar que viajando somos más felices. Cosa de las enforfinas en nuestro cerebro, con el beneficio posterior que eso causa en nuestra mente.
7. Descubrirse a sí mismo
Además de la felicidad que pueda crecer en nuestro interior, los viajes ejercen un importante papel de conocimiento personal.
Mientras estamos por el mundo, dejamos de lado nuestro día a día, y eso puede ayudarnos a completar nuestra perspectiva de quiénes somos y qué queremos exactamente en nuestra vida. Viajar puede ayudar a encontrarse a uno mismo.
8. Miedos e inseguridades
Lo creamos o no, el miedo es una sensación irreal. Pero tamién es cierto que aquello que nos infunda miedo, nos bloquea física y mentalmente. Situaciones creadas por nuestra mente nos inspiran pavor y condicionan nuestro comportamiento. Según muchos expertos, enfrentarse a esos miedos que nos paralizan es la mejor forma de superarlos.
En el caso de los viajes, los miedos suelen estar inspirados en las típicas preguntas de "
¿Qué haré cuando llegue allí?", o "
¿Qué haré si estoy solo y me pasa esto...?". Lanzarse a la aventura es la manera ideal de superar estas situaciones. Y, desde luego, viajar destierra miedos e inseguridades.
9. Orden de prioridades
Es posible que la insatisfacción fuera lo que te movió a viajar por el mundo. A conocer lugares muy diferentes al que perteneces. Y en muchos casos, el paso siguiente en esta situación es que el viaje te haga replantearte lo que quieres en la vida o tu orden de prioridades.
Quizá ya no quieras volver a estar encerrado en una oficina 10 horas al día y la menta te pida más de conocer el mundo, en su estado más auténtico. O también puede ser que empieces a dar importancia a cosas más profundas que el materialismo que suele inundar nuestras vidas. Viajar cambia la mente y ayuda a encontrar lo que realmente estamos buscando.
10. Capacidad para empatizar
Cambiar totalmente el contexto en el que nos movemos nos hace abrir la mente. Conocemos culturas nuevas y nos sumergimos de lleno en las costumbres oriundas de allá adonde vamos. Eso permite relativizar nuestras creencias propias sobre las cosas y ponernos más en el pellejo de otras personas.
Por lo general, viajar hace que todos
ganemos en empatía y tengamos más afinidad con la gente de cualquier parte del mundo.
11. Aprendizaje constante
Viajar nos aporta lecciones constantes de las que siempre extraemos nuevos conocimientos. Obtenemos otra visión (más amplia) de las cosas y esto nos puede hacer mejorar como personas.