Una de las cosas más gratificantes que aporta Australia, como país lleno de contrastes, es la diversidad de experiencias que puedes vivir y sentir en un mismo lugar. Es un país que te ofrece playas paradisíacas bordeadas por la alucinante barrera de coral en la costa este; montañas inmensas en el sur, desierto en el interior, selva hacia el norte,... y todo, - a pesar de las grandes distancias - sin salir de un mismo país.
Todo este abanico de opciones son las que nos da la oportunidad de vivir diferentes experiencias en Australia. Yo personalmente lo viví así. A lo largo del año que viví allí, medio lo pasé en Brisbane, la tercera ciudad más importante del país. Una ciudad cosmopolita, muy moderna, y con un clima envidiable durante todo el año. El resto del tiempo y en la que me voy a centrar más, lo pasé en Bli Bli, un pueblecito a 100km al norte de Brisbane.
Este pueblo, el que fue la primera industria de caña de azúcar durante muchos años en todo Sunshine Coast, es ahora principalmente residencial. Me llamaron la atención muchas cosas nada más llegar. Primero, su clima y vegetación tropical lleno de palmeras y árboles que te envuelven en un ambiente selvático. Después, los curiosos e impronunciables nombres de los pueblos y localidades de la zona como: Maroochydore, la capital de la región, Mooloolaba, Currimundi, Mudjimba o la paradisíaca Noosa, la mayoria nombres de procedencia aborígen.
Y por último, su gente. Desde su acento australiano “profundo” del cual te lleva un par de semanas adaptarte y del que no entiendes ni una palabra hasta que entienden que no eres de allí y se esfuerzan en pronunciar mejor para que te puedas comunicarte con ellos. Su excepcional amabilidad para que te adaptes a su forma de vida y seas uno más entre ellos, cosa que valoras mucho más y agradeces estando tan lejos de casa (tu primera casa); hasta sus vestimentas: los hombres con sus sombreros estilo Cocodrilo Dundee, niños yendo al colegio con sus uniformes con sombreros de explorador y embadurnados en crema solar para protegerse del impacto del sol, gente caminando descalza por las calles, incluso los días de verano cuando caen esas trombas de agua en diez minutos que te dejan empapada pero con una sensación de frescor y de vivir en un paraíso tropical. Definitivamente una mezcla de experiencias y sabores vividos muy diferentes a los sentidos anteriormente en la ciudad de Brisbane, pero que conjuntamente enriquecieron y completaron mi año en Australia.